Belmonte de San José, Albalate del Arzobispo y la Comarca del Maestrazgo son los destinos en los que nos vamos a parar (y recrear) para mostrar tres magnificas iniciativas en donde la cultura y el arte se integran en la vida rural de nuestros pueblos, formando islas de creación en donde, algunos, jamás hubieran imaginado que pudieran existir.
Una pequeña localidad del Bajo Aragón, aprovechando la paz y armonía que provoca su esencia, ha generado una estancia para la creación literaria. Así el municipio belmontino se reinventa y genera una nueva actividad actividad para seguir mirando el futuro.
El CIDA (Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro) sigue generando arte y desarrollo en el municipio albalatino a través de esta materia prima tan bajoaragonesa.
Y para finalizar, la Comarca del Maestrazgo nos vuelve a sorprender con su proyecto ARTECH, en donde el arte se funde con lo local en su máxima expresión, integrando patrimonio, personas y arte en un mismo concepto.
Alejarse, refugiarse, aislarse. Son muchos los escritores, artistas, científicos y filósofos que a lo largo de la historia han buscado un lugar al que huir o han echado el cerrojo de una habitación para dedicarse a crear. Desde el filósofo Martin Heidegger, el compositor Gustav Mahler a escritores como Emily Dickinson o Virginia Woolf. Esta última señaló este comportamiento como necesario para la creación en su ensayo Una habitación propia. Otra obra que encumbra el encierro voluntario creativo es Walden, la vida en los bosques de Henry David Thoreau, quien narra los dos años, dos meses y dos días que vivió en una cabaña construida por él mismo. Hoy ese alejamiento lo ofrecen numerosas residencias artísticas a lo ancho del país. En el Bajo Aragón Histórico nos hacemos eco de tres donde se teclea, esculpe y se crean instalaciones artísticas de forma individual o en grupo; con mucha o poca implicación de los lugareños; con ubicación permanente o itinerante; de iniciativa privada o pública. Pero todas ellas con un fin común: atraer la creación artística de referencia al mundo rural.
CIDA, esculpir el tesoro bajo los pies
Para Santiago Martínez, el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA) ha generado un interés artístico por el alabastro inesperado. “Este mineral es súper versátil. Tiene muchas aplicaciones desde la decoración de interiores, paneles retro iluminados, el polvo de alabastro deshidrato se utiliza en sector alimentario o cocido y machado se produce el yeso tradicional”, explica este historiador del arte y responsable de la gestión del centro ubicado en Albalate del Arzobispo.
El alabastro es un mineral muy blando, de fácil talla. Una piedra translúcida con unas calidades muy parecidas a las del mármol y estrechamente vinculado al territorio: el 90% del alabastro mundial se produce en Aragón, concretamente entre las comarcas de Bajo Martín y Ribera Baja. De las empresas extractoras, hay dos que se encuentran en Albalate del Arzobispo y La Puebla de Híjar respectivamente.
En 2003 para impulsar el sector económico de este mineral, se inauguró el CIDA en el municipio albalatino con la idea de ser un espacio de formación en este material. Sin embargo, no fue hasta 2018 que el centro repensó su rumbo. “Dos años antes, me encargué de dos talleres de empleo de escultura en el centro. Me dio pie a entrar en contacto con el sector, ver que era un mineral que tenía muchas posibilidades y que, además, existían unas instalaciones por aquel entonces infrautilizadas a las que se le podía sacar mucho partido. Entonces empezamos a idear y de ahí, surge este proyecto que en un principio ha sido promovido gracias al apoyo de los distintos ayuntamientos”, cuenta Martínez.
Actualmente, el CIDA es un centro de producción de arte contemporáneo, pero también es un centro de formación especializada en la talla de escultura del mineral. Desde 2018 a 2022, 14 artistas han realizado una residencia artística en el centro que ofrece: materiales, herramientas, infraestructura y el saber hacer de los gestores. “Las residencias son temáticas. Pedimos a los artistas un proyecto artístico a desarrollar porque junto al proceso creativo y junto a la realización del proyecto en el Centro buscamos después que el resultado de esa residencia se pueda mostrar a través de exposiciones”, comenta Martínez.
Las residencias tienen una duración de un año aproximadamente que el artista puede realizar en varias fases. Es el caso de Noemí Palacios, la última residente del centro y que ahora mismo se encuentra cerrando los últimos detalles de su obra en la localidad del Bajo Martín. Su estancia la ha fragmentado en cuatro visitas y poder compaginarlo así con su labor como escultora y docente. Y es que Palacios tiene una gran trayectoria a sus espaldas, sus obras han viajado por medio mundo desde Italia a Japón. Unas esculturas “autobiográficas”, afirma. “No dejan de ser un diario de mi vida en el que expreso inquietudes, emociones. Intento hacer poesía visual y me inspiro en las formas de la naturaleza; desde el mundo microscópico hasta las formas marinas”.
A pesar de que Palacios trabaja con materiales calcáreos —rechaza otras piedras porque desprenden tóxicos—, su residencia en Albalate y su anteriores experiencias en el centro como docente la han redescubierto el mineral aragonés que usa principalmente para maquetas. “Trabajo generalmente con mármoles o piedras más duras porque las obras son de exterior, pero ha sido un redescubrimiento el hecho que sea un material más manejable agiliza el proceso de trabajo. Además de que tiene una calidad de acabado que es una joya”.
Esta residencia artística —la primera que realiza la artista— le ha permitido desarrollar un proyecto personal pendiente: la asimilación de un duelo. El resultado son seis piezas de pequeñas dimensiones, un detalle particular en la obra de esta escultora cuyas obras pueden llegar a pesar 12 toneladas. Ahora junto al CIDA, están trabajando para convertir esas piezas en una exposición itinerante. “Para nosotros es muy importante también que estas exposiciones se puedan hacer en el territorio porque eso implica revitalizar la escena cultural local; que la gente pueda entablar relación con la gente que ha pasado por aquí y que el artista pueda explicar su obra”, argumenta el responsable del CIDA.
Unas sinergias entre gente local y artistas que se van construyendo piedra a piedra. “Creo que a poco a poco Albalate se va sintiendo partícipe del alabastro y de todo lo que comporta su vida. Al final vienen energías diferentes de gente de diferentes culturas y países y claro, creo que es enriquecedor tanto para la gente del pueblo como para los artistas”, sentencia Palacios.
COMPROMISO Y CULTURA. Febrero del 2023 número 98