Sara Bosque, nació en Zaragoza y estudió diseño gráfico en Huesca, Hoy nos cuenta cuales fueron los motivos que la llevaron a dejar la vida en ciudad y su experiencia desde entonces.
¿Porqué la decisión de vivir en La Puebla?
La familia de mi Marido es de aquí de La Puebla. Yo trabajaba en una tienda en Zaragoza quería ser madre y tener tiempo para mi hijo, al quedare embarazada cogí una excedencia de 1 año y después decidí que no que quería volver. También coincidió que mi compañero empezó a trabajar en una empresa de aquí y decidimos instalarnos en la que era la casa de los abuelos de momento para ir asentándonos.
¿Qué tal hasta ahora, os costó mucho volver al ritmo del pueblo?
Yo nunca había tenido ritmo de pueblo, para mí fue un cambio total, siempre me había gustado la vida de pueblo pero hasta que no lo vives no lo sabes ciertamente, me costó un poco adáptame porque, por ejemplo, en la ciudad dices «me apetece sushi» llamas y te traen el sushi a casa y aquí vas al ‘Brillante’ y yo que soy vegetariana a veces te pones atún y tal. Es un poco adaptarte al sitio, pero sí, nos gusta mucho, somos muy caseros y el trabajar con el alabastro te da momentos de introspección, de estar ahí trabajando en el taller y lo que pase alrededor te da igual.
La vida muy bien porque la experiencia es sobre todo para el pequeño que va a hacer 3 años, es muy importante porque sabemos que está totalmente libre, en Zaragoza cada vez que bajamos, tienes que ir «cuidado con el semáforo», «no te metas en ese agujero» estas todo el rato como más en tensión, y aquí no es que lo sueltes pero todo es más amplio, el parque, las bicis…, más seguro.
Tenemos claro que nos vamos a quedar, irme me daría mucha pena sobre todo por el pequeño.
Al dejar mi trabajo en Zaragoza dejé de tener un sueldo, había dejado la ciudad que es un sitio donde hay más posibilidades para encontrar trabajo, y venir aquí al pueblo donde casi no conoces a nadie a parte de los colegas de tu marido y poco más, empecé a buscar una alternativa.
Siempre he sido muy creativa en todos los aspectos, mi marido había echo un curso taller en Albalate sobre el alabastro en el CIDA, donde aprendió muchísimo y él fue mi mentor, fue el que me enseñó a trabajar el material. Tiempo después empezamos a trabajar en mercados, no muchos para poder compaginar el trabajo con el peque, pero con la intención de que yo tuviera una salida laboral.
¿Tú idea es que esta sea tu ocupación principal y trabajar desde La Puebla?
La idea es hacer un taller más completo, llevamos unos 3 años y van saliendo cosas, vamos recibiendo encargos, hemos participado en ferias un poco más grandes, ya que gente que participe en mercados, sean grandes o pequeños que lleve piezas de alabastro hay pocos.
Hay algunas personas de aquí de la comarca que si lo trabajan o las propias canteras, que sí que realizan piezas pero ya son de otro tipo, están hechas por control numérico, no son tan artesanales, y realmente lo nuestro es distinto.
Nosotros usamos piezas que ellos desechan, ya que lo que les pide el cliente es un material lo más puro posible, porque eso es lo que caracteriza al alabastro de aquí, cuanto más transparente más les gusta.
Nosotros para piezas grandes si que compramos el material y otras piezas las aprovechamos de lo que ellos no usan. Estas piezas también tienen su valor, una vez le quitas la capa exterior el barro y debajo aparece el alabastro igual de bonito.
El Aderve. (CEBM). Diciembre 2020